El pasado año 2010 fue un buen año para los fans de Weezer (sí, aún quedamos fans de Weezer). Durante esos doce meses la banda publicó un disco nuevo, Hurley, reeditó uno de sus mejores discos añadiendo caras b y rarezas, Pinkerton, y publicó otro disco más con descartes de toda la discografía del grupo, Death to false metal.
Sé que hay gente que cuando oye que Weezer saca otro disco no se preocupa ni en escucharlo, piensa que ya ahí no hay nada que rascar, pero yo sigo siendo fan del grupo y acabo comprando cada disco nuevo que sacan porque sé que, aunque probablemente ya han hecho lo mejor que podían hacer (y ellos mismos lo reconocen, sólo así se puede entender que tras sacar Hurley, en vez de hacer una gira de presentación de ese disco, hagan una gira en la que toquen íntegramente The Blue Album y el Pinkerton) siempre va a haber canciones que merezcan la pena. Vale que Rivers Cuomo rivaliza con Darren Hayman para ver quien es capaz de dejar menos demos y canciones olvidadas sin publicar, pero en todas esas canciones aún hay algunas que se pueden disfrutar.
Algún tendré que animarme a hacer un artículo con un repaso a la discografía completa de Weezer, porque es algo que creo que podría estar bien, pero hoy me voy a centrar sólo en Pinkerton, con motivo la reedición del año pasado. También algún día entraremos a discutir si la discografía reciente de Weezer es mejor o peor que la de Ash (que nos ha dado a veces para largas discusiones a los miembros de este blog), pero hoy ese no es el tema.
Vamos con Pinkerton. Si buscas información en Wikipedia sobre este disco verás que en su día fue un fracaso, de crítica y público, que hasta Rivers Cuomo llegó a renegar de él en su momento. Aún así, años después, la gente se dio cuenta de que el disco no estaba tan mal, que de hecho era un disco muy bueno, y al final entró en un montón de listas de lo mejor de la década. El propio Rivers Cuomo se reconcilió con el disco, sólo así se explica que lo tocaran íntegro en la gira del año pasado, y así, después de la reedición en dos discos de The Blue Album, le tocó el turno al Pinkerton.
El caso es que a mí el disco siempre me gustó, desde que lo escuché en una cinta grabada por mi hermano Carlos. Pero en aquellos días yo era aún un adolescente con mucha música por descubrir y que no prestaba atención a lo que otros decían sobre el disco. Para mí, era el nuevo disco de Weezer y, después de The Blue Album, ya era fan total del grupo, así que sólo podía esperar cosas buenas.
Pinkerton es un disco oscuro, con un sonido mucho más duro y directo que su predecesor. Era complicado darle una continuidad a The Blue Album sin que la gente se sintiera decepcionada, así que Rivers Cuomo no optó por seguir el mismo camino. En principio, el segundo disco de Weezer iba a ser Songs from the Black hole una opera rock que nunca llegó a ver la luz oficialmente. El grupo llegó a grabar un par de versiones del disco pero no quedaron convencidos y decidieron abandonar el proyecto. Algunas de las canciones aparecerían luego en Pinkerton o sus caras b, pero el proyecto se quedó ahí.
Rivers Cuomo es un tipo peculiar, parece un nerd metido a estrella del rock, y lo cierto es que eso es lo que es. Él no lo oculta (sólo hay que escuchar la letra de In the garage) y hasta parece que he llegado a estar orgulloso de ello (o eso parece de la letra de Pork and beans) pero no siempre ha sido fácil ser así.
Rivers escribió las canciones de Pinkerton en su primer año en Harvard, año en que lo pasó bastante mal, se sintió sólo y asustado, sentimientos agudizados por una operación a la que se sometió para corregir un defecto de nacimiento en una de sus piernas. Esa operación le obligó a pasar mucho tiempo cojeando, andando con la ayuda de un bastón y unos hierros sujetos a su fémur, tratando de mitigar el dolor con calmantes.
Todas esas sensaciones se plasman en las letras de Pinkerton, si en “Todo en un día” Ferris Bueller es el chico más popular que siempre consigue salirse con la suya, el Rivers que se ve reflejado en este disco parece más Malcolm, de “Malcolm in the middle”, el nerd perdedor con un toque gamberro (porque a pesar de todo, Rivers siempre ha tenido actitud roquera, se relacionada con los chicos de Jackass, etc) que se hace querer, pero siempre fracasa. En ese disco hay canciones sobre el novio pusilánime que acepta que su novia le ningunee y pase de él simplemente porque es todo lo que tiene y no quieres estar sólo (No one else); el joven al que le han roto el corazón ya un par de veces y no quiere volver a pasar por ello porque cree que no va a ser capaz de soportarlo (Why bother); el músico que a pesar del éxito de su disco se sigue sintiendo sólo y al recibir una carta de una fan japonesa cree enamorarse de ella, rayando en la obsesión, y recordando viejos traumas infantiles por culpa de tener una madre hippie (Across the sea); el tímido que intenta conquistar a la chica que cree perfecta para él y no tiene ningún éxito porque no sabe como acercarse a ella sin parecer ridículo (El Scorcho, canción favorita de Weezer de Elisabeth Morris de Allo Darlin’, según canta ella misma en su disco) el chico lesionado y acomplejado que se siente mayor y acabado y que añora los tiempos pasados (The good life) o el chico que busca conocer a alguien en una discoteca, ve a la chica de sus sueños, empieza a hacer castillos en el aire y hasta piensa ya en matrimonio, antes de darse cuenta de que la chica es lesbiana.
El sonido del disco, cómo he dicho antes, es mucho más sucio, más directo que el de The Blue Album, en el que todo parecía encajar armoniosamente. Pero eso no quiere decir que este disco no sea bueno, al contrario, merece muchísimo la pena. Mucha gente sigue considerando que el mejor disco de Weezer es el azul, pero yo tendría muchos problemas para quedarme con uno de los dos, porque los dos están llenos de canciones maravillosas. Vale que en Pinkerton no está Buddy Holly, ni Surfwax Amércia, ni No one else, pero tiene Across the Sea (quizá mi canción favorita de Weezer), The good life, Pink Triangle (estas dos tienen una versión acústica entre los extras de la reedición que no hace sino confirmar que son increíblemente buenas) o Butterfly.
En relación con las canciones extras, son las caras b de los singles del disco, algunas inéditas, y otras son canciones del disco en directo o en maqueta. Estos extras, y el nuevo libreto lleno de fotos, letras y notas sobre el disco quizá sean para muy fans (aunque muchas de esas canciones merecen la pena, entre otras, las canciones en acústivo), pero si no tenéis este disco todavía, comprar esta edición es lo mejor que podéis hacer.
El disco original dura 34 minutos y pasa en un suspiro. Lo cierra Butterfly, una canción acústica basada en la ópera Madame Butterfly de Puccini. Todo el disco está muy inspirado en esta ópera, desde el diseño, con una imagen de un artista de ukiyo-e, pasando por la mención a Cio Cio San (protagonista, junto a Pinkerton de la obra), o esa Geisha que se deja ver al trasluz en la contraportada de la edición original del cd (bastante más visible en la nueva edición, perdiendo parte del encanto, al igual que el mapa escondido debajo de la bandeja del CD). Nunca he visto la ópera de Madame Butterfly, pero por lo que he visto por Internet trata sobre un militar americano, B.F. Pinkerton, que conoce a una mujer japonesa, Cio Cio San, con la que mantiene una relación, luego la abandona y, cuando vuelve a por ella, se entera de que se ha suicidado. Ese es también el tema de Butterfly, preciosa canción acústica, que contrasta con el estilo más roquero del resto de canciones y que sirve de perfecto broche de un disco de esos que sabes que, por muchos años que pasen y muchos discos que conozcas y escuches, sabes que siempre te apetecerá volver a ponértelo.
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